═─ »Capitulo 2
“No puede ser!” te sentiste mareada y asqueada. Sintiéndote temblar, sacudiste la cabeza determinadamente y escrutaste la cara de Georg. “Seguramente esto es una broma?”
Estabas tan enojada que ni notaste que estabas agitando el pergamino mientras mirabas a Lord Georg. Ni tampoco notaste la súbita preocupación en la cara del hombre mientras él lentamente sacudía la cabeza. “No, mi lady. El rey no hace bromas.”
“Pero debe ser... El no puede... Esto es... ” tropezabas con tus palabras cuando se oyó el sonido de pasos acercándose. Te diste vuelta, aliviada de ver a tu tía entrando en el recinto. La tía Nell siempre era la voz de la razón. Ella sabría qué hacer con esa… situación.
“Tia Nell!” hasta tu te quedaste sorprendida con el tono desesperado de tu voz mientras te levantabas de la silla y te apresuraba a saludar a tu tía que había sido como una madre para ti desde la muerte de tu propia madre algunos años atrás.
“Qué pasa, mi querida?” tu tía preguntó y tomó tus manos, su mirada fue al rasgado y arrugado pergamino que sujetabas y a tu rostro pálido.
“El rey... él envió a Lord Georg aquí presente.” señalaste al hombre en la mesa.
“Y él... ” Incapaz hasta de pronunciar las palabras, le pasaste el pergamino a tu tía, persuadiéndola a leerlo.
Tomando el mensaje rasgado, Lady Nell lo alisó y lentamente leyó su contenido.
Observaste como los ojos de tu tía volaban sobre las palabras en la hoja, luego hizo una pausa, volviendo a leer el principio nuevamente.
“No,” la mujer jadeó con un horror tan profundo como el tuyo, luego giró hacia el hombre callado acomodado en la mesa. “Esto es una broma, mi lord? Porque si lo es, es una muy mala realmente.”
“No, mi lady.” El hombre del rey se movió incómodamente en la silla, pareciendo extrañamente culposo. Su mirada recorrió el recinto, mirando a todos los lugares menos a los ocupantes, entonces él dijo, “El rey dictó esa misiva en persona y me ordenó para traérsela. Debo llevar esta otra a Lord Kaulitz y volver aquí para el casamiento. El rey pensó que sería bueno darle tiempo a las personas para que preparen la celebración.”
“Pero...” hiciste una pausa y sacudiste la cabeza, intentando recomponerte. “Pero, esto no puede ser. Lord Kaulitz es un hombre maligno, repugnante y cruel. El rey no puede esperar que yo me case con él!”
Cuando Georg permaneció mudo, con su cabeza gacha, rehusándose a encontrar tus ojos, comenzaste a darte cuenta que realmente se esperaba que hicieras eso. Un sopor te invadió, suavizando el horror, y te sentaste pesadamente en el banco. Tenías que casarte con tu vecino repugnante, bastardo y cruel. Tom. El Martillo de Kaulitz. El hombre que había quemado las casas de los aldeanos sin ningún propósito.
Dios querido, qué te haría él cuando estuviese descontento contigo?
“Debe haber un error”, la tía Nell anunció firmemente, sacándote de tus pensamientos desesperados. “Seguramente el rey no sería tan cruel como para forzar a mi sobrina a casarse con ese hombre. Tal vez él simplemente no entendió la situación. Debemos viajar a la corte y explicarle todo. Debemos...”
“El rey ya no está en la corte”, Georg interrumpió solemnemente. “El fue a Chinon a ver al joven Gustav y a remover a algunos de los miembros de su corte”.
Nell y tu intercambiaron miradas sorprendidas ante la mención del hijo del rey. Fuiste tu quien dubitativamente murmuraste, “Remover miembros de su corte?”
“Mmmm”. El rostro de Georg estaba lleno de disgusto. “Si. Gustav desea organizar un casamiento entre la hija del Conde de Marines y el joven John. El conde parece interesado, pero quiere estar seguro que John tenga buenas perspectivas primero. El rey ofreció entregarle los castillos Loudon, Mirebeau y Chinon, pero el Gustav joven objeta la decisión. El sólo concederá esos castillos si su padre le permite gobernar Inglaterra, Normandía o Anjou por derecho propio”.
“El quiere más poder.” Nell suspiró con disgusto.
“Si”. Georg sacudió la cabeza solemnemente. “Era un error que el rey corone a su hijo mientras él mismo todavía vive. El muchacho quiere que el poder que viene con el título.”
“Pero qué tiene que ver eso con remover miembros de su corte?” Nell preguntó impacientemente.
“Ah, bien, el rey primero pensó en tomar a Gustav bajo custodia como advertencia, pero él cree que alejado de las influencias de los jóvenes cortesanos de Gustav, su hijo mayor se comportará de una manera más adulta”. Él habló francamente, entonces, pareciendo darse cuenta que estaba contando chismes, frunció el ceño y cambió de tema volviendo al asunto en cuestión. “En cualquier caso, ver al rey no haría ninguna diferencia. El ya tomó una decisión. El cree que usted, lady _____, y Lord Kaulitz deberían resolver sus problemas entre ustedes, y desea que el casamiento se lleve a cabo inmediatamente. Yo debo ser testigo de que sea así.”
Bajaste la cabeza, tu mirada se posó en el pergamino que tu tía todavía sujetaba, prueba de la decisión del Rey Gustav en el asunto. Estaba claramente escrito en el mensaje, pero por el momento las palabras de tu tía te dieron cierta esperanza. Si pudieses hablar con el rey, rogar su clemencia...
Un movimiento y un susurro detrás de tu hombro derecho te sacaron de tus pensamientos. Dándote vuelta, viste a Ducky. La criada estaba retorciendo sus manos, había pesar y miedo en su rostro mientras te observaba. Obviamente, la mujer había escuchado lo suficiente como para saber lo que el mensaje ordenaba, y ella no estaba menos horrorizada por la misiva que tu. Enderezándote, forzaste una sonrisa tranquilizadora en tu rostro para calmar a la criada, luego miraste a tu alrededor con un sobresalto cuando tu tía — la más dulce y educada de las ramas — de repente gritó como el carrero más boca sucia.
“De dónde carajo él sacó una idea tan lunática como esta?”
Usaste unos segundos para mirar azorada a tu tía, luego giraste para oír la respuesta de Georg. El no parecía ansioso por darla. De hecho, parecía bastante reticente. Culpa. El hombre se estaba moviendo en la silla con incomodidad. Estabas comenzando a sentir un extraño presentimiento cuando tu tía de repente manifestó esa sospecha en voz alta.
“Usted!”
Georg abruptamente se congeló, la expresión en su cara era la de un niño sorprendido mientras entra a robar a una despensa.
“Fue usted”, jadeaste con horror, insegura si preguntarle el por qué o simplemente ir a atacar la garganta del hombre. Antes de que pudieses hacer cualquiera de las dos cosas, Georg estaba de pie y yendo hacia el otro extremo de la mesa.
“Bien, debería estar partiendo ahora. Al rey no le gustan las demoras, y como Kaulitz no queda lejos... se está haciendo tarde y no se viaja tan de noche, no les parece?”
La pregunta era retórica, estabas segura. Por lo menos, el hombre no parecía dispuesto a permanecer para dar una respuesta. Se estaba moviendo en dirección a la puerta principal ahora y hablando muy rápidamente también. Deseaste que se atragantase con la comida que le habías servido.
“Fui informado que Lord Kaulitz está actualmente en camino a su casa después de haber realizado una tarea para el rey”, él continuó mientras tu tía comenzó a seguirlo lentamente, con los ojos estrechados y furiosos. “Así tendrán bastante tiempo para preparar el banquete de bodas. Me parece que deberían planearlo para el fin de la semana que viene. Eso parece lógico. Enviaré un mensajero por adelantado, de forma que puedan atender los detalles de último momento”. Fue lo último que dijo mientras salía por la puerta.
“Rata!” Nell dijo severamente una vez que la puerta de la fortaleza se cerró detrás de él.
Concordaste con su calificación, pero tenías otras preocupaciones más urgentes. “Por qué él le sugeriría al rey que Kaulitz y yo nos casemos?”
“Por qué, me pregunto yo?” tía Nell murmuró, luego retrocedió para colocar sus manos sobre tus hombros para reconfortarte.
“Por cierto no vas a casarte con él ?” Ducky jadeó, avanzando para unirse a ustedes. “No con Hammer?”
“Espero que no, Ducky. Verdaderamente lo espero”. Tus hombros se hundieron con tristeza.
“Qué harás?”
Frunciendo el ceño, comenzaste a retorcer tus manos mientras tu mente barajaba posibilidades. Huir? A dónde? Implorarle al rey? Cómo? él estaba determinado a que el casamiento se realizase el fin de semana. Matar a tu futuro marido? Una buena idea, pero no muy práctica, admitiste.
“Mi lady?” Ducky preguntó ansiosamente.
Suspiraste. “No estoy segura de que puedo hacer,” admitiste.
Ducky agrandó sus ojos con horror. “No puedes rehusarte? Sólo negarte y...”
“Y si el rey me manda a una abadía? Prefiero casarme con ese hombre y matarlo que ser encerrada en un monasterio! Quién cuidaría de mi gente si eso sucediese? Hammer. Tiernay sería entregada a él como mi dote si me rehuso a cumplir las órdenes del rey. ”
Ducky se mordió el labio, luego se inclinó más cerca para susurrar. “Maggie sabe bastante sobre hierbas. O la vieja Joan, la Curandera. Ella podría saber de algo que podríamos darle a él...”
“Muérdete la lengua,” la retaste, cubriendo la boca de la criada con tu mano y mirando nerviosamente el gran salón vacío. “Nunca quiero oír una sugestión así de vos nuevamente, Ducky. Podrías terminar ahorcada en el patio.”
“Pero, qué harás?” La criada parecía triste cuando quitaste tu mano de su boca. “No puedes casarte con Hammer”.
Suspiraste nuevamente. “Parece que tendré que hacerlo. No puedo negarme a una orden directa del rey.”
“Por qué no?” Ducky preguntó frenéticamente. “Hammer hace eso muy frecuentemente. Por qué, él...”
“Es la solución!” la tía Nell, quien había estado muda y pensativa en esos minutos, agarró tus brazos excitadamente, sin darse cuenta te dio una sacudida.
“Qué?” preguntaste con un rayo de esperanza.
“Vos no puedes rehusarte. Pero Hammer puede. El es un lord demasiado poderoso como para que el rey pueda forzarlo, si él realmente desea negarse.”
Ducky bufó. “Y realmente piensas que Hammer va a querer negarse a casarse con ella? Mírala! Ella es tan bonita como su madre lo era. Y también más dulce que la miel. Y también están sus tierras. Quién se rehusaría a recibir una dote como Tiernay?”
Decaíste ligeramente, pero la tía Nell simplemente enderezó tus hombros y habló. “Entonces debemos hacer que vos y Tiernay sean menos atractivos”.
Ducky pareció dudosa. “Georg ya vio que ella es una muchacha bonita. No puedes de repente ennegrecerle los dientes y afeitarle la cabeza.”
“No”, concordaste lentamente, una sonrisa pequeña se curvó en tus labios mientras una idea genial nacía en tu mente. “Pero hay otras cosas que podemos hacer.”
Bueno espero les gustara =)
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